domingo, 23 de marzo de 2014

Lazarillo S. XXI

Me llamo Johny, soy un chico bastante alto, me considero bastante atrevido y astuto. Me gusta estar en la calle con mis amigos, buscando la diversión de cualquier manera. No le tengo miedo a nada por lo que no veo el peligro y eso a veces me perjudica. Ya no me divierto con cualquier cosa , por lo que siempre que estoy con mis amigos, hacemos las locuras más grandes que te puedes imaginar, llegando al punto, de que por tal de divertirnos, llegamos a provocar peleas por motivos que la mayoría de veces no son ciertos.

Vivo en el barrio Torreblanca, cerca de Sevilla Este. Vivo en una pequeña casa que compraron mis padres cuando se casaron y yo aún no había nacido. Esa casa se encuentra en la peor zona del barrio, donde peor ambiente en cuanto a sociedad hay. Somos de sangre gitana, mi madre, se dedica exclusivamente a las labores del hogar, así como cuidarnos a mí, mis hermanos y mi padre. Mi padre, es el que trabaja fuera, el que trae el dinero a casa, se podría decir que el que traía de comer.

  Para mí la escuela no es nada importante, ya que creo, que las cosas más importantes sobre la vida hay que vivirlas y no aprenderlas. Por ello, la mayoría de mi tiempo lo paso en la calle con los amigos, divirtiéndonos, ya que como dice el dicho, la vida son dos días.

 Ayer tuve un gran problema con la policía. Era ya tarde, caía la noche y como era habitual, me encontraba en la calle, pero esta vez no acompañado de mis colegas, si no de mi parienta. Porro en mano y pasándolo bien con ella, cuando de momento vi venir hacia a mí un antiguo compañero de clases del colegio, si a eso se le puede llamar compañero. Se llamaba Luisma, mantenía con él constantes conflictos en la escuela. Nuestras discusiones cuando teníamos la edad de unos críos eran diarias y más de una vez llegamos a las agresiones físicas. Pues cuando ya se encontraba cerca de mí, había cambiado mucho. En el colegio yo era más alto que él, y ahora, el me sacaba una cuarta. Empezó a reprocharme todo lo que pasamos en la escuela, pero lo que él no sabía, habría sido un día horrible para mí si no fuese porque al menos estuve con mi novia por la tarde. No tenía ganas de escucharlo, y con ese pronto tan malo que yo tengo le respondí y acabamos en pelea. Pero eso no es lo peor, su padre era policía, y justo en aquel momento pasó por aquella calle, y nos vio. Nos llevaron a los dos a la comisaría ya que eramos mayores de 16 años. Allí en la comisaría, cada uno dimos nuestra versión de lo sucedido, pero como es habitual en esta sociedad de hoy en día, solo porque su padre fuese policía, lo iban a creer a él, y todo lo que yo les contará o mi novia les contara no se lo iban a creer.


Acabé en un correccional, 1 año. El año más desperdiciado y malgastado de mi vida. Al menos, conocí a muchísima gente. Tras aquel año, volví a mi casa totalmente cambiado, y ya casi era mayor de edad. En aquel lugar te das cuenta de lo que en realidad quieres a tus padres, porque los echas mucho de menos. Mis amigos me hicieron una fiesta de bienvenida cuando salí del correpcional, son los mejores amigos que puedes tener. Ya me dí cuenta que podemos divertirnos de otras maneras, no solo molestando o insultado a la gente, o con peleas, sino maneras de las que no molestas a nadie, y te puedes reir lo mismo.

A los pocos meses de salir, mis padres empezaron a darse cuenta que había cambiado, que ya no era como antes. Por esto, me recompensaron, apuntándome al equipo de fútbol los Diablos Rojos. Entrenaba 4 dias a la semana, por lo que poco a poco, me iba haciendo un buen jugador de fútbol.

Cuando tenía 19 años, quise seguir con los títulos académicos para poder ser alguien en la vida. Conseguí aprobar la ESO, y seguidamente, un título de formación profesional. Con este título, empecé a poder dar clases de deportes como el muay thay, kickboxing o boxeo, que yo ya practicaba desde chico. Con eso me iba sacando algo de dinerito, e iba ahorrando, con lo que pude luego llegar a entrar en la universidad. Allí empecé ha estudiar para ser profesor de Educación Física.

A los 3 años de acabar la carrera, empecé a trabajar en un colegio de Sevilla Este. Por primera vez, me di cuenta de que los niños no tenían la misma cara allí que en mi barrio, aquellos niños se divertían con cualquier cosa, sin necesidad de molestar, y fue cuando me di cuenta, que fue un gran paso el que dí al dejar de asociar el peligro con diversión. Allí también, conocí a otros profesores, los cuáles daba igual cuantos años llevasen en la profesión, todos los días iban con una sonrisa a dar clases, para poder transmitir a sus chicos la felicidad, y que así aunque muy mal se encontrase el profesor, los alumnos le pudiesen animar lo máximo posible. Todos los componentes de aquel colegio eran felices, desde los estudiantes, hasta el máximo director, pasando por los profesores, como era yo.

 Con todo esto, te quiero demostrar, que no se te tiene que meter en la cabeza la idea de que tú tienes que ser una mala persona o alguien malo solo por el simple hecho de haber nacido en un barrio marginal. La persona que eres la formas tú, y todo lo que te digan de que el destino está escrito son simples tonterías inventadas sin ningún tipo de argumento. Así que chico, no te vengas abajo, empieza a hacer las cosas bien, buscándote unas buenas amistades y ¡comete el mundo!

lunes, 10 de febrero de 2014

Complemento de régimen

Un día salimos yo mis padres y mi hermana de paseo por el campo. Dimos una vuelta por allí, aunque no duramos mucho, porque hacía un calor de muerte. Llego la hora de almorzar y almorzamos comida que mi madre traía preparada de casa. Yo y mi hermana tuvimos una pequeña pelea, y mi madre hablo con ella sobre eso. Cayó la tarde, y ya era hora de regresar. El sol se iba y cuando estabamos dispuestos a abandonar aquel lugar, el coche dejo de funcionar. Tuvimos que llamar a una grúa para que nos llevase y llevase el coche, y al final, no llegamos a casa hasta las 10 de la noche. Mala manera que tuvimos de acaber aquel día campestre.

miércoles, 5 de febrero de 2014

El atributo


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sábado, 1 de febrero de 2014

El predicado


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Oraciones impersonales


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El sujeto


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Oraciones impersonales

Y allí estaba yo, en aquel cruce, como todos los días de camino al instituto. Llovía y había mucha gente en la calle. Pero de repente, vi como un niño chico cruzaba la calle con su padre, y recordé mi infancia en aquel lugar, el cuál aunque muy bonito no fuese, me recuerda muchos momentos. En aquel lugar ,me compraron mi primer balón, y aunque parezca raro, también fue en aquel lugar donde por primera vez besé a una chica. Y se me hace extraño, que cada vez que cruzó por aquí, no solo recuerdo de momentos inolvidables que me pasaron aquí, también de mi familia,, que en aquella esquina tenían una tienda. Mi familia sin duda, era lo más importante para mí, me ayudaron en todo cuanto pudieron, y siempre estuvieron ahí para apoyarme. En ese momento, se pusó el semáforo en verde y seguí mi camino.

lunes, 20 de enero de 2014

El conde Arnaldos

el conde entusiasmado
queria imitar su cantar
y se acercó el hombre
para hacerse de rogar
el marinero cansado
con el conde fue a hablar
y este le rogó de nuevo
que enseñará a recitar
bienaventurado conde
que quiso aprender a löar
aquel extraño cántico
para poder bien pescar.